Por mi raza hablará el Piporro

In De aquí y de allá on julio 20, 2009 at 11:16 am

El otro día, escribí por aquí algo sobre la felicidad. Hace unos días, Catón dijo esto en Vanguardia.

A los 60 años de su edad John Dee hizo un descubrimiento de importancia: la felicidad. La encontró en el lugar donde menos pensó que la hallaría: en sí mismo. Ahí estaba; ahí estuvo.

La tomó entre sus manos y la acarició. Estaba hecha su felicidad de cosas pequeñitas: el fugitivo instante en que su mano rozó aquella otra mano; el sencillo manjar de mesa pobre; el recuerdo de cosas idas que jamás se van… Le extrañó ver que en su felicidad no había cosas de fama o de dinero, pero sí gente y cosas buenas: una mujer; los niños; sus amigos; un perro; varios libros; una guitarra; la nube que se fue para siempre y el árbol que para siempre se quedó…

Alzó su felicidad John Dee como se eleva una custodia. Su resplandor iluminó las calles y puso en cada ventana y cada puerta uno de esos rayitos de luz con que los niños juegan cuando recogen en un pequeño espejo los rayos del gran sol.

¡Hasta mañana!…

Me gusta como piensa Catón. Pienso que piensa como yo mismo.

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  1. Muchas veces me ha pasado por la mente: «este pelao ha puesto en palabras justamente lo que yo he estado sientiendo muchas veces». Hay gente con ese don; mi estimado Eucario, te puedes considerar entre esas personas…
    Muchos saludos!

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