Le quiero creer a Sergio Avilés, le quiero creer y le creo, cuando dice que nuestras sierras se recuperarán, algún día, quizás sin nosotros, quizás sin que nos toque verlas recuperadas, pero volverán a ser lo que un día fueron, esos bastiones de las tierras salvajes de Coahuila.
Le creo cuando dice que quedarán las cenizas, ciertamente, y que de la tierra quemada brotarán las semillas de los pastos, de las raíces reverdecerán los mezquites, los huizaches, las cactáceas, el cenizo, la gobernadora; el mismísimo cedro y quizás el pino.
Le creo que algún día todo volverá a ser lo mismo, o quizás sea mejor, y volverán el oso y el venado, el guajolote silvestre, cada una de las aves y avecillas que hoy no se hallan, que se pierden en el humo; y volverá la esperanza del elk y la del berrendo y la del bisonte y la del regreso de otras tantas especies que hoy son idas.
Es lo único que quiero creer, por ahora; es lo único que me queda, la fe de que esa sierra que un día soñé conocer, verde, como me la contaban, otro día vuelva a ser la misma, aunque a mí ya no me toque conocerla.
Ojalá que así sea, Sergio, gracias por ese consuelo.