Por mi raza hablará el Piporro

¡Viva(n) México(s)!

In De aquí y de allá on septiembre 15, 2021 at 11:06 pm

Imaginemos que México existe como unidad sólo en el plano político y que culturalmente no existe; que culturalmente México son muchos países, por ejemplo, el país de los norteños, el país de los del sur; de hecho, el país de cada pueblo de Oaxaca, con su propia lengua y su propia cosmovisión.

Si desde niños nos enseñaran que México son muchos países unidos por la voluntad de crear uno solo, sin que cada uno renuncie por completo a su propia identidad, quizás seríamos un poco más integrados y menos conflictuados, basando nuestra integridad en la comprensión de nuestras diferencias (esto se ha dicho infinidad de veces y en 1994 hasta ocasionó un conflicto armado, pero pocos entienden esta visión de país con la profundidad requerida).

El mismo México colonial -si seguimos con los ejemplos- continúa entre nosotros, vive todavía en casas de sillar y calles empedradas, aunque cada vez son menos los hombres y mujeres que lo habitan con conciencia de nación, no obstante que todas las mañanas aún salen por la leche y el pan a la tienda de la esquina y a la campanada de las doce van a misa con rebozo y mantilla al rostro y cuando el reloj de la iglesia marca las seis, sirven la cena y empiezan a alistarse para dormir. Vive inclusive en los centros de las grandes ciudades, esas proclamadas capitales industriales y modernas.

Como también sobrevive entre nosotros el país de los kikapús, con su ceremonia anual en la que esperan la caída de un rayo puntual que anuncia el fin de los inviernos, aunque luego de esto la noticia circule por whatsapp desde Coahuila hasta Oklahoma y ya no a galope de caballo.

Y en medio de todos esos países hay un país mayoritario y aplastante, es el país de nosotros, los modernos, que creemos ser el único país, que vemos a los demás, como una cosa extraña, como un fantasma del pasado al que sólo le proponemos dos opciones: extinguirse o mimetizarse a nuestro país moderno, pues fuera de éste sólo se conciben otros países grandes y modernos -de preferencia en otros continentes- pero no ancestralidades locales solo dignas de un museo o de alguna atracción turística.

Dato curioso: al país de reminiscencias coloniales, le llamamos «pueblo mágico», porque claro, es magia, no puede ser sino alguna ficción, algo meramente imaginario en nuestro México moderno.

Es así que aún hasta la fecha el Día de la Raza nuestros hijos van a la escuela disfrazados de extranjeros, pues las razas nacionales bien pueden representarse reducidas a un traje de charro, porque el resto de los atuendos son difíciles de conseguir, algunos son poco vistosos, no se venden en los centros comerciales y, ante todo, solo representan a los otros, a esos que los mexicanos modernos creemos que son unos cuantos y no dignos de representar al todo.

Abandonar esa tendencia a la visión unitaria de país y reconocer al país de países, al México multicultural más allá de las revistas y los libros de historia, es digno, muchachos, de otro grito de la independencia.

Así que ¡que viva México! Pero sobre todo ¡Que vivan todos los Méxicos!

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