Defenderé mi actitud de encontrar filosofía en las situaciones simples, y la belleza en muchas cosa que veo y –además-, defenderé mi derecho a decirlo poéticamente.
Quiero llamar sin que se me reproche a la montaña “magnánima”; y al bosque, “excelso”. Y diré “la mar”, y no el mar.
Cuando esté en la playa, remedaré a Pellicer y diré: “la mar… que no es un atributo físico del mundo sino un estado emocional de Dios”.
Cuando esté en el valle, miraré la cima de una montaña, y diré en voz alta: “habrá lugares donde mis pies no pisen, pero hasta donde mi vista llegue, me alcanzará el espíritu”.
Cuando esté en el desierto, diré: “no son del hombre las bellezas tropicales, sino las que se esconden bajo el sol infernal de los desiertos”.
Y cuando esté en el campo, o junto al río, o junto a un amigo, o cuando me detenga a contemplar la mirada de las niñas, diré: “No entiendo… ¿Por qué la gente dice que Dios es invisible?”
Le hablaré a la luna con poemas de Sabines y de cada constelación contaré su historia.
Al final del día, escribiré en mi mente frases profundas y reflexivas y, por la mañana, saludaré al sol mientras desayuno bocanadas de aire aderezado con niebla fresca.
Así soy yo. Pueden llamarme ustedes cursi. Yo me llamaría a mí mismo Eucario, de no ser porque me gusta llamarme hombre-espíritu, hombre-esencia, hombre-él-mismo, y hombre-libre-feliz. Y luego seguiré siendo el mismo… un cursi feliz, que al final no se toma en serio.
¡Hasta mañana!
Por cierto, porqué Eucario?
que significa?
Caritativo, bueno. Corazón dulce, según dicen. haha.
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