Pocos coahuilenses lo saben, y muchos menos lo valoran, pero en Múzquiz, Coahuila, nació Julio Galán.
Luego, niño aún, vino a vivir a Monterrey y aquí estudió arquitectura y tuvo su primera exposición individual. De aquí empezó a despegar hasta convertirse en un artista del mundo. Iconoclasta, impredecible, temperamental. Apasionado, en una palabra. Como una diva. Así era Julio Galán.
Niño terrible del arte mexicano, plasmó en su pintura vivencial sus sueños, temores y dolores, guiado, acaso inconcientemente, por Kahlo y por Warhol, pero sobre todo por su ego y un muy conciente manierismo.
El cuatro de agosto de este año, hará dos que Julio cometió su última excentricidad: la muerte.
En conmemoración, el año pasado el museo de arte contemporáneo de Monterrey (MARCO), montó una exposición póstuma retrospectiva dedicada a Julio, integrando más de cien de sus pinturas, algunos de sus videos y otros objetos personales.
Y en estos días, el museo del Antiguo Colegio de San Ildefonso, en la ciudad de México, retoma la misma muestra y la estará exhibiendo hasta el 26 de octubre de 2008. Es un homenaje más a uno de los más grandes exponentes de la pintura mexicana. Coahuilense y regiomontano, era Julio Galán.
Así que si tú, amigo norestense, no conoces la obra de Julio, no desaproveches la oportunidad. Búscala, apréciala. Y hazlo pensando en ti.