Una sabrosa delimitación de parte de nuestra querida región, le encontramos en “Don Bruno. El Filósofo del Río Bravo”, obra literaria de don Reynaldo García Gutiérrez (a quien por cierto no conozco), que desde mi muy personal punto de vista y con un poco de entusiasmo, o ya de plano con unas tecates encima, puede considerarse verdaderamente como El Quijote norestense.
Aquí se las dejo:
“El presunto progenitor de don Bruno se había acantonado y tenía sentados sus reales y a su prolija prole en el norte de México; su radio de acción abarcaba desde la famosa Hacienda San José de los García, en lo que hoy es simplemente García, hasta Herreras, los Aldamas y Parás… lo mismo la ahora tristemente célebre Agualeguas de Salinas, pasando por Los Nogales, La Atravesada, El Tanque y Sombreretillo, incluyendo Comales y la que en broma llaman la ciudad de las tres mentiras, que no es ciudad ni es valle ni es Hermoso, además de Control, Guardados de Arriba y de Abajo también; por el ‘otro lado’ desde la Grulla hasta Mercedes, Teksas, con dispensa de paga de aquí p’allá y de allá pa’cá también, depende de dónde vengas o pa’ dónde vayas, en el uso del Chalán de San Miguel de Camargo, hoy pomposa ciudad Diaz Ordaz; pa’l lado del mar, desde Matamoros a El Moquetito, además de los poblados de El Pereño, El Garcieño, Los Valadeces, El Longoreño, Los Villarrales y más p’allá de San Fernando, Méndez, Cruillas, El Tinieblo, con algún hijo regado en el ínclito poblado de Güemez y ya agarrando el margen de arriba del Río Conchos rumbo al Ejido Cándido Aguilar hasta abarcar todo el ‘munipio’ de China completito, ejerciendo gran influencia tanto en la Hacienda de El Carrizo y en el poblado de San Isidro de los Ramones; todos ellos en los Estados de Teksas, Tamaulipas y Nuevo León de la República Mexicana, dentro del Continente Americano, en el Paralelo 26, cruz con el Meridiano 99 del Hemisferio Norte y en este mismísimo mundo Tierra, del Sistema Solar, ¡para que te ubiques bien por aquello de que no cargues tu G.P.S.!”
Como les digo, el dichoso libro es para mi gusto muy bueno y creo que ningún norestense que se precie de serlo, debe negarse a leerlo.
Y ya me voy, porque ahí viene el cordonazo. Ajúa!