Por mi raza hablará el Piporro

Las luciérnagas.

In Coahuila, San Fernando de Austria, Zaragoza on julio 22, 2013 at 8:42 pm

Les voy a confesar una crueldad: de niño, escribía mi nombre con luciérnagas.

No era el único niño que lo hacía, aunque sé que eso no me libera de culpa. Primero, las atrapábamos en botellas, disfrutábamos verlas iluminando aquel cristal y luego, cuando empezaban a quedarse como muertas, las sacábamos una por una y con el dedo las aplastábamos sobre las paredes o las banquetas. No escribíamos todos nuestros nombres, si acaso el apodo, las iniciales, el apelativo.

Ahora que vuelvo a Zaragoza de vez en cuando y veo que ya no hay tantas luciérnagas en las noches de los patios de mi infancia, siento la pesadumbre de aquella barbaridad. Si no hubiera escrito mi nombre con luciérnagas, quizás ahora habría más. 

No sé, tal vez también faltan nogales y acequias. Cuando al pueblo vuelvo yo  y antes han vuelto las lluvias o ha corrido agua por las acequias, me siento en el patio y veo las luciérnagas titilar. Recuerdo que en la infancia algunas eran más rápidas que otras, que en mi pensamiento infantil, me parecía que algunas tenían un casco de astronauta, que quizás venían de otro planeta, que no respiraban nuestro aire y por eso tenían esa especie de burbuja trasparente en sus cabezas.

 Es claro que uno no puede volver a ser niño, pero también lo es que en los hijos o hijas de uno, uno se repite, o al menos lo intenta o lo desea. Me pregunto qué pensarían mis hijas de ver esa maravilla de las linternas iluminando tenuemente la oscuridad de los patios norestenses. Quién sabe. Otras maravillas disfrutan otras infancias en otras partes; porque el mundo siempre tiene las dos cosas, es decir, niños y maravillas, o tal vez son la misma cosa.

Este verano de lluvia, las luciérnagas volvieron a Zaragoza y también volví yo. El niño que un día fui, les pide perdón, por haber escrito mi nombre con varias de ellas.

 Nos leemos luego, raza. Gracias a todos los que pasan por acá. 

  1. Gracias por compartirlo y hacernos recordar a los que no estamos en Zaragoza, Debo entonar el mea culpa, hice exactamente lo mismo, y muchas otras cosas de un niño rustico, pero feliz, Disfrute a mi pueblo mucho durante mi niñes, 1972-1982, cada vez que vuelvo a mi pueblo es volver a vivirlo. saludos

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