En aquellos años no había internet, teníamos nada más radio y televisión. La televisión era blanco y negro, aunque ya había a colores, no nos alcanzaba para una y no tenía caso gastar en ello, al pueblo llegaba sólo una señal, la del canal 2.
En la radio escuchábamos más la AM que FM, y especialmente oíamos 3 estaciones. La Z-R, la Rancherita del Aire y la B X, de Sabinas. En esta última, recuerdo, había un programa infantil para los sábados. Aún recuerdo la voz de una niña anunciando al patrocinador: “Dulcería Bermea…”. Despertar con ese sonido era señal de un día sin kínder ni escuela, un día de felicidad.
En la radio también, parece que era en la Z-R, por ahí a media mañana, sonaba una cancioncita: “Cantad alegres a Dios, habitantes de toda la tierra…” y, enseguida, una voz: “y amado hermano, te saluda tu amigo Yiye Ávila…”.
Yiye Ávila, así se llamaba el hombre de aquella voz. Hablaba como sudamericano, pero tenía el don de la sanación. Lo ejercía a través de la radio y fui testigo de cómo algunas madres de aquella época ponían las manos de sus hijos sobre los aparatos de radio mientras se oían los rezos de aquel predicador. Cosas de fe que en aquel entonces yo veía tan sensatas.
En aquellos años existía también el Carrusel Social, los Cebollazos, El Ojo de Vidrio; la radio llenaba el día entero nuestra casa y seguramente por eso, un día, uno de mis hermanos se volvió locutor.
Fueron bonitos aquellos años ingenuos. Había radio y, a veces, televisión. Lo que nunca nos faltó, fue la felicidad.
En una estación de radio AM de Rosita, había un programa los domingos que se llamaba «Un mundo nos vigila», y comentaban sobre ovnis, el santon de ese programa era Pedro Ferriz Santacruz. Yo me acuerdo que salia a ver la sierra de Múzquiz porque el locutor aseguraba que ahí tenian una base los extraterrestres. No me perdía ese programa.
A pues todavía sale de vez en cuando, aunque ya no toca ese tema, tiene su programa los sábados en las estaciones de grupo Imagen. Un gusto tenerle por aquí, bienvenido.