Voy por Paseo de Leones, en Monterrey y veo algo distinto: hay cónclave de los seres más coloridos de la naturaleza sobre la avenida. Es una fiesta de amarillas abejas, mariposas multicolores, cantantes pajarillos, fieros tigres, reyes leones, afelpados osos y pareciera que todos los animales de la tierra se han dado cita en el mismo lugar.
Este día el mundo amaneció al revés. La avenida, que usualmente es desbocado río de autos a grandes velocidades, es ahora un desfile de sonrisas y cantos y saludos. Los conductores se detienen y saludan a los paseantes de un tren adornado con flores. También me detengo yo.
Es la fiesta de la primavera celebrada por los niños. Es la fiesta de los niños, celebrada por la vida.
Ojalá que la fiesta de la primavera dure por siempre, aunque la primavera acabe y llegue otra vez el invierno. Ojalá que los niños siempre la festejen. Ojalá que la vida tenga siempre a los niños y a la primavera.
Continúo manejando por Paseo de los Leones, y me voy pensado si acaso el mundo amaneció al revés. No lo sé… Pero creo que así debería amanecer siempre.