Lo habíamos dicho ya aquí, que una discusión sobre implementar la pena de muerte en Coahuila era bastante inútil, si antes no se reformaba la Constitución Federal que expresamente la prohíbe en su artíuclo 22.
Esta prohibición expresa, del 9 de diciembre de 2005, se justificó precisamente en que según los legisladores, quería evitarse que la pena de muerte se convirtiera en un “instrumento «metaconstitucional» en manos del Ejecutivo (…) una sanción impuesta no a los delincuentes más peligrosos, sino a aquellos que no tuvieran los recursos suficientes para sobornar a los funcionarios públicos o para sufragar los gastos de una costosa y bien planeada fuga o ser aplicada con criterios selectivos.”
Pero vemos que eso importa poco al Gobierno del Profe, que de plano es muy bien intencionado, o de plano ya no sabe ni cómo llamar la atención. Y he aquí que el Congreso de Coahuila, discute discutió aprobó a gritos y sombrerazos (y entiéndase literalmente), remitir al Senado la flamante iniciativa para imponer la pena de muerte como sanción a los secuestradores que priven de la vida a la víctima. La justificación: si el delincuente no respetó ese derecho, no hay razón para que el Estado se lo respete.
Derecho penal del enemigo, se llama esa tendencia. Günther Jakobs es quien acuñó el término. Y en España, esta vertiente un tanto autoritaria del Derecho penal tuvo alguna vez algo de eco. Su problema es ese: puede ir del contragarantismo al autoritarismo en menos de lo que canta un gallo. Y en un país como el nuestro, yo creo que por ahora, tenemos otras discusiones que atender: corrupción, impunidad, etcétera. Primero se ubica el crimen y después se decide el castigo.
Pero bueno, todo lo que este abogado norestense diga al respecto por ahora es inutil: lo importante en Coahuila es hacer cosas inútiles que llamen la atención. O al menos, eso parece.
Dicen que el que por su mano muere, la muerte le sabe a gloria. Paradójicamente, con esta iniciativa pareciera que el Profe (y su Congreso) quieren echarse la soga al cuello.
Y no tiene la culpa el indio… y mejor no digo más.